Pequeños deseos cotidianos
Fotografías de Florencia Blanco
Pequeños deseos cotidianos, ensayo fotográfico de Florencia Blanco, presenta Alasita, una fiesta organizada alrededor de los deseos, un ritual que entrelaza elementos prehispánicos, católicos y urbanos. Según la tradición, en la feria durante fiesta, las personas compran miniaturas que representan sus más íntimos deseos para el año que comienza, un modelo a pequeña escala.
El uso ritual de las miniaturas se remonta a las culturas precolombinas de la zona andina. Durante las ceremonias agrícolas pequeñas figuras en hueso y piedra que representaban animales se enterraban en los campos con la esperanza de aumentar el volumen y salud de los rebaños. El crecimiento de las miniaturas se relaciona con el significado del término Alaasitha que se traduce según Ludovico Bertonio como “Dejarse crecer las uñas y el cabello”. (Vocabulario de la Lengua Aymara,1612). Las miniaturas están aquí asociadas directamente con conceptos de energía; se las percibe como semillas, generadoras de vida. A través de la mímesis, una copia atrae el carácter y el poder del original hasta absorberlo.
Dejando atrás aquellas representaciones de animales, las imágenes que inspiran éstas miniaturas han ido cambiando de acuerdo con los procesos culturales, aglutinando elementos tradicionales y modernos, naturales e industriales, rurales y urbanos: casas con tanques de agua, negocios de todo tipo (carnicerías, peluquerías, restaurants, etc.), teléfonos celulares, computadoras, diplomas universitarios, pasaportes, pasajes de avión, ladrillos.
Si bien Alasita es un aspecto cotidiano en la cultura boliviana, su celebración - personificada en el Ekeko, deidad de la abundancia - encontró una fecha singular en el calendario: cada 24 de enero, la ciudad de La Paz se transforma en un gigantesco mercado de miniaturas. Miles de personas se congregan primero en las ferias, donde compran sus miniaturas, luego en las iglesias, donde las hacen bendecir, e inmediatamente después en las mismas puertas de esos templos, donde las hacen ch´allar (ceremonia andina), mientras en las calles los vendedores vocean sus mejores ofertas: "Un millón de dólares por diez pesos bolivianooos!".
Alasita se nos revela a través de las fotografías de Florencia Blanco, como una celebración mágica y concreta, llena confirmaciones y contradicciones, actual y ancestral.
Los recorridos rituales en La Paz durante la Feria de la Alasita han sido inscriptos en la Lista representativa del Patrimonio Inmaterial de la humanidad, por la Unesco.
En Buenos Aires Alasita se festejó en Parque Avellaneda desde el año 2003 al año 2017.